Llevas todo el día en la oficina o en clase y al salir te encuentras con un gran atasco. Pero eso no es todo, porque aún te queda hacer la compra, preparar la cena y terminar unos asuntos del trabajo o de tus estudios. ¿El resultado? Estrés, agotamiento y mal humor. ¿Te suena? En nuestra sociedad esta escena es el pan de cada día, por eso cada vez más tendemos a buscar métodos que nos ayuden a evadirnos y a aliviar tensiones. Y entre los que más se están poniendo de moda, la meditación trascendental, el “mindfulness” que, entre otros, propugna (a través de su fundación) y practica el polifacético David Lynch. Tranquilo, para conocerla no tienes que viajar hasta el Himalaya, te la explicamos a continuación.
El propósito principal de la meditación trascendental es conseguir un estado total de relajación con la mente despierta, pero no activa, de forma que el descanso del cuerpo sea profundo y renovador. Paz interior, reducción del estrés e incluso potenciar la creatividad, son algunos de los beneficios de esta práctica que sólo requiere de veinte minutos durante dos veces al día y un lugar cómodo en el que sentarte. David Lynch la define como “una manera de sumergirse dentro de uno mismo y experimentar el silencio”, algo que lleva haciendo más de treinta años y de lo que habla en su libro Atrapa el pez dorado (Reservoir Books).
Sí, sabemos que parece complicado acallar la mente cuando nos pasamos veinticuatro horas conectados al móvil y a las redes sociales, pero no es imposible. Practica el “digital détox” junto a la meditación trascendental y tendrás mejor cara que si hubieras pasado un mes en las Maldivas. Asegurado.
Y a propósito de David Lynch y tras veinticinco años sin noticias del agente Cooper, Twin Peaks regresa en mayo con una tercera temporada dirigida íntegramente por su creador. El sueño de los nostálgicos que se emocionaban al escuchar las primeras notas de Angelo Badalamenti en la televisión está a punto de cumplirse, porque no, esta no es una continuación cualquiera, es el fruto de la invocación de Laura Palmer.
Pero, por si fuera poco, acaba de llegar a los cines David Lynch: The Art Life, un documental dedicado a su hija pequeña, que aborda su faceta como pintor y que realiza un recorrido por su infancia, adolescencia y juventud, culminando con la oportunidad que le cambiaría la vida, su estancia en el American Film Institute y el consiguiente rodaje de Eraserhead.
En contra de lo que pueda parecer, David Lynch fue un niño feliz, totalmente alejado de las perturbaciones o los trastornos que transmiten tanto sus cuadros, como sus cortometrajes, sus películas e incluso su música. Influenciado por Duchamp, Magritte o Bacon, desarrolló en su adolescencia una obsesión artística que le hizo ingresar en la facultad de arte de Filadelfia, una ciudad que realmente no le gustaba nada, por aquel entonces decadente, oscura, de estética industrial. Sin embargo, esta etapa le marcó profundamente y la influencia es más que palpable en Eraserhead, una película muy personal que resume su mundo interior.
A lo largo del documental, Lynch fuma un cigarro tras otro en su estudio de pintura mientras narra con voz pausada distintos episodios de su vida: la felicidad de un niño que recibió el amor y la libertad creativa de sus padres, las malas influencias que conoció en la adolescencia en unos años de alcohol y descontrol, la llegada de su primera hija y su matrimonio con Peggy Lynch, pero sobre todo, la adicción por el arte que le hizo saltar de una ciudad a otra hasta que llegó la primera cámara y con ella logró poner movimiento a sus cuadros. Esta época sería clave para tomar la decisión de pedir la beca al American Film Institute, que le fue denegada en un principio, pero que tiempo después llegaría como un regalo, y es que el propio director afirma no saber qué habría ocurrido si nunca la hubiera recibido.
A continuación, os dejamos algunas fotos de su documental:
Autor: Aránzazu Díaz Huerta by Tiwel